"Si estás por la zona tienes que ir."

En nuestro viaje a NY decidimos que este parque debía ser visitado si o si pues ya solo su historia merece la atención de los amantes de los parques de atracciones.
El acceso al parque desde NY es simple y muy económico pues se llega con un billete sencillo de metro, apenas 2,7 dólares.
La entrada la compramos en la propia web del parque, ya que si seleccionas el día en que lo vas a visitar te hacen un buen descuento. La entrada (pulsera) incluía el acceso ilimitado a todas las atracciones excepto a los kars y alguna coaster a las que solo te permitían acceder una sola vez.
Sin duda alguna la atracción que más nos gustó fue Cyclone. El nombre de esta coaster de madera se entiende perfectamente cuando montas en ella. Aunque nos asustamos un poco al ver lo acolchada que estaban los asientos, lo cierto es que nos resultó muy cómoda y a pesar de ser brusca, no nos produjo dolor en los fuertes movimientos que vivimos.
Steeplechase fue toda una sorpresa, era la primera vez que veíamos una coaster donde se viajaba imitando que estabas montado en un caballo. Cierto es que nos pareció algo incómoda algo que hace que no disfrutes mucho del trayecto.
The Tickler es una mouse en todo su esplendor, ninguna novedad resaltable dentro de este tipo de coasters.
Wild River es la típica atracción de troncos de agua que podemos encontrar en cualquier feria, como hacía un día muy caluroso decidimos montarnos, aunque el agua estaba un poco sucia.
Soarin Eagle fue otro gran descubrimiento, aunque nos sentíamos algo inseguros por ser la primera vez que montábamos en una coaster así, lo cierto es que el viaje lo disfrutamos muchísimo, fue suave pero intenso. Nos sorprendió que los trenes no paraban, tenías que montarte en funcionamiento y bajarte en funcionamiento, al igual que se hace en los rápidos de cualquier parque. La sujeción nos pareció demasiado simple y nos hizo temer que no fuera lo suficientemente segura.
Circus Coaster es una infantil/familiar muy simple y algo brusca.
Thunderbolt nos dejó con la boca abierta, desde el mismo inicio no paramos de gritar, subir hasta lo mas alto tumbados boca arriba fue muy emocionante sabiendo que al llegar a lo mas alto empezaba la locura, el arnes te deja tan libre que aún que la experiencia sea mas loca.
Del resto de atracciones nada a destacar, la mayoría las podemos encontrar en cualquier feria ambulante, excepto el carrusel que es toda una joya.

El parque en si nos pareció algo caótico al estar todo tan pegado y siendo de acceso libre, hubo momentos que costaba moverse con agilidad. Aún así las operativas eran muy buenas y las colas muy rápidas.
La restauración evidentemente es estilo americano, pero hay bastantes opciones y muy buenas. Nosotros nos decantamos por los famosos perritos del Nathan.