"Mi primera vez en Disneyland París (review marzo 2016)"
8.0 drop83
Llegamos a la entrada de Disneyland Resort París alrededor de las 10.30 de la mañana, tras un paseo de unos diez minutos desde el hotel (Hipark Serris Val d'Europa, muy recomendable). Pasamos un control policial donde revisaron nuestras mochilas, cruzamos un detector de metales, y nos dirijimos hacia la entrada de Disneyland Park. Sin duda, la presencia del hotel le da carácter a la entrada, muy distinta a todo lo que habíamos visto antes. Aunque nos encontramos con algo que iba a ser habitual en la visita: unas vallas rodeaban los jardines frente al hotel, cerrados por reforma. Sin embargo, se nota el esfuerzo del parque para que estos contratiempos empañen lo menos posible la experiencia: el parque tiene el detalle de pintar siluetas de los personajes en esas vallas, que siempre tienen un color adecuado al lugar donde se encuentran, y son lo suficientemente altas como para no dejar ver maquinaria de obra o cualquier elemento indeseado.
Nada más entrar al parque, tras el primer contacto con Main Street (y fotos de rigor ante el castillo), fuimos de cabeza a la atracción que más ganas tenía de probar: Space Mountain II, mi primera coaster indoor. Pensábamos sacar el Fast Pass, pero no fue necesario: marcaba diez minutos de cola, así que nos adentramos en el espléndido edificio que tantas veces había visto en fotografías. La primera impresión de la coaster no fue del todo buena, quizá porque tenía puestas demasiadas expectativas.
El lanzamiento me pareció un "coitus interruptus", porque el tren se frena justo cuando llega a lo más alto del lift, en lugar de entrar a toda velocidad en la estructura. El recorrido me pareció demasiado oscuro, en el sentido de que esperaba más efectos de luz y sonido, más meteoritos o efectos de choque... Las proyecciones me parecieron pobres. Me dio la sensación de que no se le saca todo el partido que puede tener una montaña rusa de estas características. La música me pareció que estaba muy bajita, escuchaba más los gritos del señor que tenía detrás que la propia música. En este primer viaje íbamos en la primera mitad del tren, y las vibraciones no fueron excesivas. Sin embargo, el último viaje que hicimos, en el penúltimo vagón, el traqueteo fue digno de Furios Baco. Pese a esa primera decepción con Space Mountain, los siguientes viajes los disfruté más, quizá porque ya sabía lo que me esperaba. Lo que sí me convenció fueron las operativas de la atracción, y que luego comprobamos que son la tónica general del parque. Un diez.
Salimos de Space Mountain, y como había empezado a llover entramos en Star Tours (15 minutos de cola). La tematización de las colas me pareció espectacular, casi más que el propio simulador en sí, que era lo que me esperaba (no son mis rides favoritas, suelen producirme más mareo que otra cosa). En aquellos quince minutos de cola no dejamos de encontrarnos con detalles que nos sorprendieron, y eso es algo que me gustó mucho del parque: la atracción no empieza cuando te sientas en la vagoneta, sino desde que cruzas la puerta de entrada. Y eso es algo a lo que no estamos del todo acostumbrados en España. En Disneyland se esfuezan en que hagas la menor cola posible (Fast Pass, buenas operativas...), pero si tienes que hacerla, se preocupan de que estés en todo momento entretenido.
Tras Star Tours nos dirigimos al castillo de la Bella Durmiente, con la sensación de estarpenetrando en todo un icono. El interior es fantástico, con su estilo gótico, las vidrieras y tapices que narran escenas del cuento, y rincones que sólo descubres si dedicas algo de tiempo a pasear y fijarte en los detalles. Nos gustó mucho el balcón de la parte posterior, que proporciona una bonita vista de Fantasyland. Los que nos costó más encontrar fue la entrada a la cueva del dragón, que está en el lateral izquierdo, pero con la ayuda de una empleada del parque llegamos rápidamente (no pudimos reprimir la risa al vernos preguntando "where is the dragon?").
Tras el castillo, decidimos entrar en It's a small world... Qué decir de esta atracción que no se haya dicho ya... Histriónica, lisérgica, divertida, tópica, colorida y hortera a más no poder, con esa musiquita machacona que se te mete en el cerebro... Nos reímos bastante con muchos detalles, pero salimos de allí sin saber muy bien si estábamos fascinados, horrorizados, o una mezcla de ambas cosas.
Después entramos Pinocho y Blancanieves, que me parecieron dos atracciones muy similares, y tal y como había leído, con mucho peso de las partes más 'oscuras' de los cuentos (lo cual se agradece tras el 'chute' de colorines de Small World). Nos quedamos con las ganas de entrar a Peter Pan, cerrada por reformas. En realidad, pillamos tantas cosas cerradas, que la próxima vez que vayamos todavía nos quedará como un 30% del parque (o más) por descubrir. Algo bueno tenía que tener.
Entramos en el laberinto de Alicia, donde estuvimos al menos 20 minutos paseando o explorando el castillo. Se agradecen este tipo de recorridos dentro de un parque, que sin llegar a ser una atracción, proporcionan un paseo entretenido al margen de los viales principales(Como el pasaje de Aladdín, el Nautilus, o el fuerte que hay en la entrada a Frontierland). Una lástima que no pudiéramos perdernos por el árbol de los Robinson o la playa de los piratas, también cerrados. La última atracción que probamos en fantasyland fue el paseo en barca a través de los cuentos, pero no me detendré en comentarlo porque no me sorprendió demasiado.
De nuevo empezó a llover, pero en Disneyland Paris siempre tienes una dark ride a dos pasos donde cobijarte... Así que nos dirijimos a Piratas del Caribe, en Adventureland. En menos de diez minutos ya estábamos sentados en la barca, tras cruzar las colas que te sumergen en la historia desde que pones un pie en la fortaleza que cobija la ride. La atracción nos dejó simplemente fascinados, con la boca abierta. La tematización es impresionante, la iluminación espectacular, con escenas muy logradas (la del incendio, por ejemplo), los efectos de sonido y la banda sonora acompañan el recorrido de la barca en todo momento, y remarcan incluso las caídas que sorprenden en mitad del recorrido y que añaden emoción a una atracción de este tipo. Los animatronics funcionando a la perfección y como siempre, la operativas de carga y descarga trabajando como un reloj, incluso en un día con poca afluencia de público. Salimos del edificio con una sonrisa en la cara y la sensación de que acabábamos de probar la atracción más sorprendente del parque.
Después bordeamos la playa de los piratas y el árbol de los Robinson, que sólo pudimos ver desde lejos por las obras de reforma, y nos dirijimos hacia Indiana Jones. Con esta ride me pasó al contrario que con Space Mountain: tenía las expectativas tan bajas que salí gratamente sorprendido. Consciente de que vibraba mucho, pegué bien la espalda al asiento y el traqueteo fue soportable en todo momento. El looping no podría estar mejor colocado: no lo ves venir y te sorprende en medio de un recorrido a priori bastante light. Me gustó mucho la tematización, tanto en las colas como el templo, pese a haber leído que no llegó a acabarse (No logré saber dónde se quedó a medias... ¿Quizá se recortó alguna parte indoor en los últimos metros de recorrido?). Es una coaster brusca, pero me pareció muy divertida y con unas sensaciones muy buenas. Salimos con ganas de repetir.
Dejamos atrás el templo de Indiana Jones y nos dirijimos hacia la última de las áreas que nos quedaba por explorar, Frontierland. Aunque más que área, quizá deba decir media área, porque tanto su atracción principal como el enorme lago que la articula estaban en plena reforma y ocultos tras las vallas. Una pena, porque le tenía muchas ganas a Big Thunder Mountain, y también porque a nivel paisajístico el área se queda a medias. Entiendo (y aplaudo) que el parque haga obras de mejora, aunque creo que cuando éstas son de tanta envergadura, y afecten tanto a una o varias áreas, el parque debería de cerrar para ponerlo todo a punto de una sola vez. O en su defecto reducir el precio de las entradas, puesto que no está ofreciendo su producto en las mejores condiciones. En cualquier caso, esa frustración no nos impidió disfrutar del parque. Y supongo que esta es la razón por la que lo hacen: tienen un producto tan bueno que se sigue sosteniendo aunque le quites una de sus patas.
Por último, nos dirijimos hacia la única ride abierta en el área, Phantom Manor, la cual nos encantó de principio a fin. La casa, los jardines, la operaria de la entrada (que parecía sacada de la familia Addams), el preshow y la tematización de la casa... Todo perfectamente diseñado para sumergirte en la historia. Hubo escenas que me parecieron espectaculares, como la del salón en el que los fantasmas están bailando (geniales los hologramas). Esperaba una atracción más sencilla, tipo Pinocho o Blancanieves, pero me llevé una sorpresa (como siempre, una cuestión de expectativas). El caso es que, al igual que con Piratas, salimos de allí con ganas de repetir. Y en cada viaje nuevo descubrimos un nuevo detalle.
Tras esto nos dirigimos a Discoveryland para probar las dos atracciones que nos quedaron pendientes allí: Buzzlightyear y Autopia. La primera no me entusiasmó, porque no me apasionan este tipo de atracciones: soy un poco torpe para disparar, y prefiero fijarme más en el theming que en apuntar a dianas. Me pareció una atracción correcta para su género, aunque puestos a comparar, yo disfruté más en el Laberinto del Minotauro de Terra Mítica (cuyo theming, aún necesitando mantenimiento, me pareció espectacular). Por su parte, Autopía fue la atracción en la que más cola hicimos (no llegó a 30 minutos) y también una de las más "olvidables" del parque para mi gusto (aunque triunfa en los niños y familiar, y en ese sentido cumple su cometido al 100%). Creo que lo que más me gustó fueron los carteles que nos íbamos encontrando en el recorrido de esta supuesta ciudad futurista.
Siendo como era este un viaje "low cost", intentamos gastar dentro del parque lo menos posible. No hubo problema ningún día en entrar bocadillos o botellines de agua en las mochilas, lo cual es un gran punto a favor de Disney. El último día comimos unos menús en el restaurante Hakuna Matata, que nos costaron entre 12 euros (fingers de pollo, patatas y tarta) y 15 euros (kebap, patatas fritas, bebida y helado).Todo correcto, en atención y calidad. En cuanto a espectáculos, salimos un pocodecepcionados porque nos pareció muy escaso el programa. Nos apetecía mucho ver la academia Jedy, pero luego comprobamos decepcionados que solo se representaba el fin de semana. Así que, sin contar la cabalgata y Disney Dreams, el parque sólo ofrecía un espectáculo en las fechas de nuestra visita, El bosque encantado, un musical que hace un repaso por algunas famosas películas Disney como Pocahontas, el libro de la selva o Rapunzel. Nos pareció un espectáculo digno, con voces en directo, acrobacias aéreas y unas interpretaciones y caracterizaciones muy correctas... Aunque para ser el único espectáculo diurno (sin contar la cabalgada), nos supo a poco.
Suerte que Disney Dreams, a la hora del cierre del parque, nos compensó esa decepción con el mayor espectáculo visual que he visto en mi vida. Un videomapping que juega con el castillo y sus volúmenes de forma sorprendente y a ratos gamberra, girando del revés las torres o convirtiéndolas en cohetes que salen disparados... Unos fuegos artificiales que estallan en el momento justo... luces láser, chorros de agua, una selección musical que da en el clavo, y Peter Pan como personaje vertebrador... Sencillamente espectacular. Nos tuvo 20 minutos con la boca abierta, y así salimos del parque, fascinados. Un excelente broche para una visita que me dejó con unas ganas enormes de volver.
"Te sientes un personaje Disney"
10 estherfernandez
Maravillosa, los meet and greet son geniales te hacen sentir especial, las atracciones si bien la mayoría son infantiles son dignas de ver, son preciosas de la primera a la última, me lo pasé genial las dos veces que he estado y volvería sin duda.