El 22 de mayo de 1915, hace ahora 100 años, el parque de atracciones del Tibidabo se vistió de gala para la inauguración de una de sus atracciones más emblemáticas: el ferrocarril aéreo. El viaje costaba 50 céntimos, de cuando aún se manejaban las pesetas, y un nutrido grupo de gente hizo cola para montar en una de las dos vagonetas con conductor que circulaban suspendidas a una altura máxima de 25 metros, ofreciendo vistas espectaculares de Barcelona, Collserola, el Vallès e incluso de las montañas de Montserrat.
Ha pasado un siglo y, aunque con cambios, el ferrocarril aéreo sigue activo en el Tibidabo y goza de buena salud. Hoy la atracción se llama El magatzem de bruixes i bruixots, aunque los más pequeños lo conocen como Buri-Buri, en referencia a un duende que vive dentro de los túneles y que en cada viaje trata de asustar amistosamente a los viajeros. El aéreo sigue ofreciendo espectaculares vistas en un recorrido tranquilo y alguna que otra sorpresa al público que se sube en una de sus seis vagonetas colgantes."Mucha gente no lo sabe pero esta es la atracción más antigua del parque", explica Rosa Ortiz, directora del Tibidabo. "Cien años después de ponerla en marcha sigue siendo una de las atracciones más emblemáticas.
Pese a que la oferta es variada, el Tibidabo es un parque muy familiar y las atracciones de recorrido son por excelencia las que tienen más visitantes", añade."Antes del ferrocarril aéreo hubo en el Tibidabo otras atracciones como un carrusel eléctrico, de 1910, que no se conserva, un juego de bolos o unos columpios gigantes que también han desaparecido. Para encontrar en el parque algún elemento más antiguo que el ferrocarril aéreo hay que visitar la sala de los autómatas, donde queda alguno antiquísimo", explica Josep Darné, historiador del parque de atracciones. "Pero sí, el aéreo es la atracción más antigua aún en marcha. Le siguen por edad la Atalaya, que se inauguró en 1921, y el Avión, que llegó en 1928", añade Darné.
Se da la circunstancia de que estas tres atracciones clásicas son, además, las que ofrecen unas mejores vistas sobre la ciudad. "El parque siempre ha potenciado sus vistas panorámicas como una atracción más. En este sentido ha querido sacar partido de su localización única", añade Darné. El ferrocarril aéreo, obra del ingeniero Marian Rubió Bellvé, nació inspirado en uno similar que funcionaba desde 1901 en la ciudad alemana de Wuppertal. El recorrido ha sufrido pocas modificaciones a lo largo de su historia.Cambios de nombreLo que sí ha cambiado con el tiempo ha sido el nombre de la atracción, la decoración de los túneles y las vagonetas, que llevaron conductor hasta 1980, fecha en la que se modernizó el conjunto.
En 1991, tras cambios en la propiedad del parque, la atracción se renovó por segunda vez, se robotizó, instauró la magia como temática principal y pasó a llamarse Aeromàgic. En el 2005 se vivió otra modernización y el nombre pasó a ser el actual.Para conmemorar el centenario del ferrocarril aéreo, el Tibidabo prepara una fiesta el 13 de junio. "Ese día, el Buri-Buri saldrá de la oscuridad del túnel y participará en la celebración", cuenta Ortiz. La directora también adelanta que a El magatzem de bruixes i bruixots le esperan sorpresas y cambios cara al año 2016.