Navegando por la red, en la web DisneyAdictos, me he encontrado con información aerca como Universal se hizo con los derechos de Harry Potter, y Disney los perdió. Así parece que fue...
Hay una conocida leyenda urbana que circula por el mundo editorial, acerca de cómo un ejecutivo de Disney tuvo la ocasión de adquirir los derechos para Norteamérica de la primera novela de J.K. Rowling "Harry Potter y la Piedra Filosofal", pero rechazó el manuscrito por considerarlo demasiado largo, excesivamente excéntrico y demasiado "británico" para el público estadounidense.
Esta historia se ha contado una y otra vez entre los corrillos editoriales de Nueva York y Los Ángeles, pero hasta el momento nadie ha sabido confirmar con absoluta certeza si, en efecto, Disney rechazó uno de los negocios más lucrativos del siglo.
Algunas fuentes anónimas apuntan a Lisa Holton, antigua ejecutiva de Harper Collins que aterrizó en Disney Publishing a mediados de los años noventa, como principal artífice de lo que parece un error garrafal sin precedentes…
Decimos en España que "cuando el río suena, agua lleva", por tanto probablemente haya algo de cierto en todo esto, y efectivamente algún ejecutivo de Disney estaba tan saturado de trabajo que simplemente no pudo (o no supo) ver el potencial de Harry Potter para el mercado americano.
Lo que ya parece demasiada mala suerte es que después de esta odisea, nuevamente Disney volviera a perder Harry Potter; esta vez los derechos de imagen para los parques temáticos, que encontraron su hogar en Universal Studios…
El tirón de Harry Potter podía intuirse desde la publicación del primer libro de la saga en 1997 y a finales de 2004 y principios de 2005, cuando el éxito del personaje ya era más que evidente, Disney comenzó a negociar con la autora J.K. Rowling para que el joven mago pudiera estar presente en los parques de Disney.
Por aquella época, Disney estaba liderada por Michael Eisner. A pesar de que Eisner hizo cosas muy buenas para Disney, por ejemplo revivir la maltrecha división de animación con éxitos como La Sirenita y el Rey León, o construir fabulosos hoteles en Walt Disney World Resort como el Beach Club, Yacht Club y Boardwalk Inn, su arrogancia, egocentrismo y conflictos con otras personas eran más que notorios.La actitud de Michael Eisner le costó caro a Disney en muchos frentes, y su agria relación con Steve Jobs – máximo accionista de Pixar por aquél entonces – estuvo a punto de costarle a Disney los derechos de distribución de Toy Story y demás películas producidas por Pixar en un momento especialmente delicado.
En ese momento tan turbulento, Eisner necesitaba un golpe de efecto que demostrara al mundo que era un grandísimo gestor. Y qué mejor golpe de efecto que conseguir los derechos para que uno de los personajes más famosos de la literatura moderna estuviera presente en los parques de Disney.Los derechos de Harry Potter no sólo darían a los Imagineers de Disney una valiosísima franquicia con la que poder crear maravillosas atracciones y espectáculos en los parques, sino que serían una perfecta cortina de humo para distraer a inversores y periodistas si finalmente Disney perdía los derechos de distribución de las películas de Pixar; una probabilidad ciertamente elevada. ¿A quién le importaría Pixar si Disney tenía a Harry Potter en los parques?
Pero entonces Bob Iger sustituyó a Michael Eisner al frente de Disney, y desde el primer momento su principal prioridad como Presidente y Consejero Delegado de la compañía fue encauzar nuevamente el acuerdo con Pixar y todo lo demás – incluyendo las negociaciones con J.K. Rowling para adquirir los derechos de Harry Potter – pasaron a un segundo plano.
Al mismo tiempo los ejecutivos de Disney, que mientras tanto seguían negociando con la autora de Harry Potter, comenzaron a trasladar a su Presidente que las peticiones de Rowling eran cada vez más descabelladas y difíciles de asumir. Aparentemente la escritora británica insistía en mantener la última palabra en todo lo relacionado con la presencia de Harry Potter en los parques Disney, y ostentar todo el poder creativo – incluso por encima de los Imagineers de Disney – con potestad para modificar cualquier cosa que considerara oportuno independientemente del coste (que lógicamente sería asumido por Disney). Cuando los ejecutivos de Disney sopesaron las implicaciones de llevar a Harry Potter a sus parques, el potencial acuerdo no sólo suponía una pesadilla operativa sino que además parecía una gran irresponsabilidad financiera debido a su elevado coste.
Así, sintiendo que los máximos responsables de Disney no estaban dispuestos a entregar un cheque en blanco tanto financiero como creativo, a finales de 2005 la autora J.K. Rowling comenzó a hablar con el equipo creativo de Universal que – como es lógico – la recibió con los brazos abiertos saboreando la posibilidad de darle un buen golpe a su máximo rival. Universal ya tenía bastante experiencia en adaptar personajes de literatura infantil a sus parques (recuerden la zona Seuss Landing en Islands of Adventure con atracciones y espectáculos basados en personajes como el Grinch creados por el célebre Dr. Seuss), y entre otras cosas organizaron varios encuentros entre Rowling y la viuda de Dr. Seuss para que ésta le expresara de primera mano cómo Universal había respetado en todo momento los deseos de los creadores dándoles plenas libertadas creativas…Y así es cómo Universal Studios se quedó con Harry Potter, y Disney perdió la oportunidad de contar con una de las franquicias más populares de todos los tiempos…