Hace poco más de cinco meses que Open Camp abrió sus puertas en la Anella Olímpica de Barcelona, con una inversión de más de 13 millones de euros y unos 500 empleos, de los cuales 270 son directos. Se trata del primer parque temático en el mundo dedicado al deporte. Entre sus socios están nombres como Microsoft, Allianz, Samsung, Huawei o Movistar, pero también Oxfam Intermón, la Fundació Pere Tarrés o el Observatori de la Discapacitat Física.
En Barcelona están encantados. Los inversores de Open Camp llevan gastados unos ocho millones de euros en poner al día el Estadi Olímpic Lluís Companys y sus alrededores, pero sin 'privatizar' nada, porque todo sigue siendo de titularidad pública y se mantiene el acceso libre al recinto olímpico. Además, la Universitat Pompeu Fabra (UPF) calcula que, durante el primer año de funcionamiento del parque, por él pasarán alrededor de 1,2 millones de personas y que el impacto sobre la ciudad de Barcelona ascenderá a unos 65 millones de euros.Hasta Ada Colau se ha mostrado de acuerdo con un proyecto que arranca en la administración Trias y que incluye la palabra 'turismo'. Porque Open Camp sí que encaja en el famoso 'modelo'. Es una propuesta familiar que genera consenso. Todos los grupos municipales, así como el Gobierno español y la Generalitat de Catalunya, apoyan este proyecto.
Pensado para TarragonaUn proyecto que, en lugar de en Barcelona, podría estar hoy en marcha en el Camp de Tarragona. Porque era un proyecto pensado para el Camp de Tarragona. Open Camp no se llama así por nada: el 'Camp' alude al Camp de Tarragona, porque sus impulsores y principales inversores son del Camp de Tarragona. Su lugar era junto a PortAventura. Pero no fue. Barcelona fue la alternativa, el Plan B, la sustituta.Al frente del proyecto está el reusense Paco Medina, que hoy interviene como ponente de la conferencia central de la Jornada ReusEmprèn 2016. ¿Qué pasó? «Que los casinos desplazaron al deporte y la familia». Era noviembre de 2012 y Medina llevaba más de medio año trabajando junto a PortAventura y Lumine (sociedad que gestiona los terrenos anexos al resort) en la fase inicial del proyecto Open Camp. Hablaban de dotar de contenidos deportivos y familiares el resort, de abrir allí el primer parque temático del mundo dedicado al deporte.Negociaban mientras iban definiendo el modelo junto al Parc Científic i Tecnològic de Turisme i Oci de la Universitat Rovira i Virgili (URV), que según Medina lo veía «como una posibilidad muy buena para contribuir a la estrategia familiar que se había llevado a cabo durante muchos años».Pero mientras tanto había aparecido Sheldon Adelson con su Eurovegas, y el Govern de la Generalitat decidió enfrascarse en una lucha con la Comunidad de Madrid por hacerse con la supuesta inversión milmillonaria. Entró en escena Veremonte, y con ellos el proyecto de BCN World. «Y [los interlocutores que habían tenido hasta entonces] nos dijeron –recuerda Paco Medina– que consideraban el proyecto de Open Camp de muy alto valor, único en el mundo, pero que ahora tenían otras prioridades. Esas prioridades terminaron siendo la opción de desarrollo planteada por Veremonte. Dejaron de trabajar en la solución del parque temático del deporte y la cambiaron por la opción de compra de terrenos de Veremonte».A BarcelonaDescartada la opción de PortAventura –según Paco Medina, se estaba trabajando en una localización parcialmente en terrenos de PortAventura (donde hoy está ubicado Ferrari Land) y mayoritariamente en terrenos de Lumine (donde debería ir el proyecto conocido hasta hace poco como BCN World)–, los impulsores de Open Camp buscaron diversas localizaciones alternativas. Terminaron decantándose por Barcelona, donde hicieron un proyecto distinto al planteado en el Camp de Tarragona.«Recuerdo que cuando se lo presenté al alcalde Xavier Trias –explica Medina– bromeó con el hecho de que, mientras en el Camp de Tarragona querían usar el nombre de Barcelona para el proyecto de los casinos, en Barcelona usarían el del Camp».«Lo único que se puede decir a día de hoy –prosigue Medina– es que los casinos de Veremonte desplazaron el parque del deporte, pero que como contrapartida no hubo ni un solo impacto económico. En cambio, ahora son 270 las personas que tienen un empleo directo en Barcelona, y si sumamos los indirectos, son 500 familias».«Eso –concluye– podía haber sido una realidad en 2015. El Camp de Tarragona dejó perder más de 500 empleos. Es cierto que nuestro proyecto era más pequeño, y que sus inversores eran empresarios locales y que no eran los miles de millones que prometían los Eurovegas. Pero a día de hoy, de los miles de millones no hay ni uno. Fue una lástima que no se creyese en la gente del territorio, pero hemos construido en positivo y no queremos reproches. Lo importante es que el parque del deporte se ha hecho, y se ha quedado en Catalunya».