Y llega quizá, el momento más esperado de todo el viaje: las Terenzi Horror Nights. Vale, para muchos también conocer a Marc Terenzi, para qué nos vamos a engañar, que ya había bastantes coñas sobre quien podría ser su candidata a llevárselo dentro de la maleta, o quedarse allí convertida en monstruo/a.

A las Terenzi Horror Nights no se entra por la entrada principal del parque, sino por otro extremo del parque, pasando por debajo de Silver Star (¡Qué gozada!) y ya hay una cola enorme, no siendo aún ni la hora de apertura, que nos recuerda a esas colas de la Selva del Miedo, que parece que la gente la vaya a hacer a las 10.07 de la mañana. La única diferencia es que nadie se colaba.

El ambiente terrorífico ya se iba notando, y a lo lejos se podía ver ya la silueta de humo que sobresalía del bosque, algunos gritos, y una motosierra. Esto ya va poniendo los pelos más de punta, y sabes que ya no hay vuelta atrás, que después de tanto tiempo, de tanto hablar, estamos allí. A punto de vivirlo. A punto de sentirlo. A punto de vivir un Halloween de verdad, en el que vamos a pasar miedo y chillar. Sobretodo chillar.

Un portal con dos columnas con fuego en la parte superior nos da la bienvenida, y detrás del torniquete de la entrada ya están los personajes principales a punto para asustarte. Y a más de uno asustó, sobretodo esa rata medio humana, parándose en mitad del camino, la mujer china persiguiéndote... Actores metidos completa y totalmente en su papel; incluso no recuerdo a quien fue (a @isabel?) que dio la mano a @penya pensando que era él, y resultaba ser uno de los monstruos. Y ese no dijo nada hasta que Isabel se percató a quien le estaba dando la mano. Incluso vimos también a más de uno y una correr por todo el parque con alguien persiguiéndole, actores asustando en las colas, metiéndose en los pasajes... ¡Un show digno de ver!

Con la euforia en la piel de ver ese ambiente, y las ganas de pasar miedo, nos dirigíamos a "The Villa", aunque la primera parada fue en Horror in Ice III, un espectáculo en una pista de hielo con Marc Terenzi como estrella principal, aunque había otros que también tenían su fama merecida, como el cantante que iba maquillado como una calavera. El show, aunque no entendieras ni inglés ni alemán, se podía entender perfectamente, siendo Marc Terenzi resucitado, y queriendo volver a reencontrarse con el amor de su vida, que aún sigue con vida.

A la salida tocó encontrarnos con él en persona, intercambiar algunas palabras, camisetas, calzoncillos... Lo típico que se hace en estos casos. Muy amable y atento, nos dijo que disfrutáramos de los pasajes, y que nos esperaba en el Vampire's Club.

Y ahora sí que si, ¡tocaban los pasajes! El primero de todos fue "The Villa", una mansión abandonada donde las estatuas, cuadros... Cobraban vida. Me tocó ir el primero, con otros que estaban más atrás dando ánimos, aunque al final acabó siendo @uspablo quien se adentró en esas salas de la mansión. Salas completamente llenas de humo, que no sabíamos dónde ir, sustos inesperados, otros sustos que eran trampas (había unos zapatos detrás de una cortina, en la que pensabas que habría alguien atrás, y solo eran unos zapatos sin más) sustos desde arriba de las camas, cuadros en los que había un actor detrás...

Toca el turno de "Take Away", quizá uno de los mejores ambientados. ¡Cogeros fuerte al asiento, porqué la crónica del pasaje es larga!

Siempre corren las típicas leyendas de los restaurantes chinos, que si la carne es de gato, de perro... Incluso por diferentes pueblos corre la leyenda que un matrimonio entra en un bazar chino, y la mujer se pierde entre las estanterías buscando cosas. El marido no la encuentra, y ya es la hora del cierre. Cuando llega la policía, la mujer estaba en el almacén, rapada y con los órganos marcados en su piel. Escalofriante.

¿Por qué hasta día de hoy a nadie se le ocurrió crear un pasaje del terror ambientado en un restaurante chino? Si la leyenda ya está contada, no se tiene que añadir mucho más... Aunque en Europa Park, sí que lo han añadido, y con creces, hasta límites insospechados.

En la entrada, una mujer vestida con un kimono, y que da bastante grima, te da la bienvenida, y acto seguido te deja entrar en lo que es el dicho restaurante. El nivel de detallismo es tan enorme, que parece que entres en uno de verdad: hay un pequeño vestíbulo para dejar las chaquetas, y acto seguido entras en el comedor, pasando por detrás de la barra, donde se pueden ver platos sucios, ruidos de moscas... Todas las mesas están vacías, y los farolillos chinos van perdiendo potencia cuando pasas. Hay solo una mesa ocupada, por una mujer atada que chilla histérica sin parar para intentar escapar. Pelos de punta.

Entramos en los baños, con unos fluorescentes que también van perdiendo electricidad, dejándonos a oscuras, pero cuando se encienden, nos dejan ver unos baños totalmente recubiertos de sangre en las paredes, y de repente, ruido de cadena del baño y nos sale una mujer escobilla en mano a asustarnos. Es alucinante como cada sala tiene su propia música, y cuando te asustan cambia y aparece alguna luz más, para darte mayor susto.

Entramos en el almacén, donde hay un montón de cajas sospechosas de que salga alguien por allí, y seguido los congeladores, estrechos y con un montón de cadáveres colgando del techo, que no paran de moverse y que tienes que apartar con las manos para poder avanzar. Si te deja el carnicero, claro...

Llegamos a una cocina, sucia, muy sucia, con las ollas por las mesas, utensilios tirados... Incluso se escucha a alguien afilando los cuchillos, y un poco más allá estanterías repletas de jaulas con gatos dentro, que no paran de maullar, sabiendo el destino que les espera.

Llega más mal rollismo cuando entramos en una sala pequeña, como si fuera una sala de operaciones clandestina, con pósters de diferentes partes del cuerpo humano, los músculos... Y en la camilla, una mujer con la cara desconfigurada, y a la que un actor le hace diferentes operaciones.

Pasamos también por una habitación con el típico ventilador que se refleja en el suelo, creando un ambiente terrorífico, para llegar al callejón de atrás del restaurante, lleno de cubos de basura, barriles, cajas y más zombies, que intentan atraparte una vez más para convertirte en la comida que servirán en el restaurante chino (de los de verdad) que hay a la salida del pasaje.

La experiencia allí es claustrofóbica. Está todo tan ambientado, tan pensado al detalle, música diferente, sonidos, iluminación, salas completamente a oscuras... Y actores completamente metidos en el papel, que incluso algunos te tocan, e incluso te secuestran separándote del grupo, como le pasó a alguno, que no lo va a poder olvidar.

Acto seguido nos vamos a "Down", esto es un no parar, y gracias al ticket express no te da tiempo a hacer ni la cola ni a pensar dónde vas a entrar. Ya estás dentro. Este quizá fue uno de los más flojillos, aunque aungustiante ya que cada vez era más y más oscuro y no se veía nada.

Be mine se podría considerar la mina del diablo II, era bastante similar con zona de invernadero, oscuras... Y al final una ride. También un pelín flojillo.

Y la guinda del pastel fue Zombieville. ¡Aquí incluso pasamos más miedo que en Take Away! Al principio, hay una policía que nos pregunta si hay alguien que hable inglés. Le decimos que si, y se va. ¿Entonces para qué pregunta si alguien habla dicho idioma? Tranquilos, que vuelve a venir y nos explica que esa zona está infectada de zombies, y que tenemos que empezar a correr (un buen truco para pasar toda una zona donde no había nada, y llegar así al pasaje) que era claustrofóbico, salas llenas de humo, zombies por doquier, incluso la sala donde peor lo pasamos, ya que entramos y vemos un pasillo oscuro, estrecho, donde solo podemos pasar de uno en uno. Vemos el tiempo suficiente ese pasillo, porqué cuando se cierra la puerta, todo está oscuro. No sabemos si tirar para adelante, o qué hacer, y de repente se encienden unas luces y a cada lado del pasillo hay un cristal, donde zombies no paran de dar golpes y hacer mucho ruído, provocándonos el susto de nuestras vidas. Salimos de allí corriendo y sin garganta, pensando que ya se había acabado, pero no. Había un parking con coches, donde quizá los zombies te invadían (nosotros pasamos tan felices, en plan Heidi saltando por el monte) hasta llegar a lo que denominamos "la vagina", teníamos que pasar por en medio de un hinchable, que costó trabajo y esfuerzo, y la sensación era claustrofóbica total, sin a penas llegar a ver nada.

Y finalmente, después de pasar por todos los pasajes, incluso repetir en Take Away, nos dirigimos al Vampire's Club, que es en realidad la estación de Poseidón convertida en discoteca. Una pasada. Un ambiente genial, vampiros vigilándote desde arriba... No estuvimos mucho ya que estábamos hechos polvos, y con algunos síntomas de resfriado, así que nos fuimos hacia el hotel, que aún quedaban muchas sensaciones por vivir

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