¡Aquí estoy de nuevo con una entrega más del diario del #EuroParkTrip 2015! Antes de empezar con el día 3, os dejo una lista con las entradas anteriores:

A continuación... ¡el tercer día de aventura!

Con un madrugón empezaba el tercer día de viaje (el despertador sonó a las 06:30). Cerrar maleta, check-out del hotel y a por el RER A que me llevaría al centro de París, en concreto a la estación de Paris Nord. Allí empezaba la siguiente etapa del viaje: un flamante Thalys (tren de alta velocidad), comodísimo y con wifi gratis, que en apenas hora y media me ayudaba a cambiar de país. ¡Hola Bélgica! ¡Hola Bruselas!

A partir de este momento, todo el viaje iba a discurrir por países, ciudades y parques que nunca antes había visitado. No hay nada más emocionante en un viaje que adentrarte en lo desconocido, pasear por sitios nuevos y descubrir parques con los que llevas años soñando. ¡Aquí empezaba lo bueno!

El primer día en Bélgica lo iba a centrar en visitar la capital, Bruselas. Tras dejar las maletas en el hotel (Hotel Sabina, habitación pequeña pero decente, y con desayuno incluido), y con cámara en mano, caminé los 20 minutos hasta el centro de la ciudad: la Grand Place, plaza del ayuntamiento. Y sin duda, si hay algo de la capital belga que no os podéis perder es esta monumental plaza. Mirases donde mirases, 360º, había edificios impresionantes alzándose ante ti: el ayuntamiento, el museo de la ciudad, e incluso edificios de viviendas. Sin duda una de las plazas europeas más bellas que he visitado.

Tras pasar un buen rato con la boca abierta y la cámara de fotos echando humo, había llegado la hora de empezar un tour guiado por la ciudad. Fue aquí mi primer contacto con la compañía Sandemans New Europe, que ofrece tours "gratis" por un gran número de ciudades europeas. La idea es la siguiente: haces el tour sin pagar nada, y al final del mismo, pagas al guía la cantidad que creas que merece.

En el caso de Bruselas el tour lo hice con el guía Blat, y fueron dos horas y media interesantísimas: visitamos la Grand Place, el Mannequin Pis, la Catedral, el Palacio Real… Blat demostró sus amplios conocimientos de la ciudad, su historia, su gente, y Bélgica en general, los contrastes de un país con dos lenguas, dos religiones mayoritarias… en resumen, un tour guiado perfecto, con un guía que sabe de lo que habla y que además fue muy amable y simpático durante todo el tour, a pesar de la lluvia que a ratos caía sobre el grupo… recomendado si visitáis la capital Belga.

Una vez terminado el tour, y tras comer rápidamente en el parque junto al Palacio Real, me dirigí a lo que se podría considerar como la capital de la UE, el Parlamento Europeo. Visité tanto la cámara del Parlamento en una de las visitas guiadas que creo que se realizan sólo en verano (realmente impresionante) como el Parlamentarium, un museo que explica todo lo relacionado con la Unión Europea (su historia, cómo funciona, las labores que realiza).

Para entrar al Parlamento hubo bastante retraso sobre la hora prevista (casi una hora), pero mereció la pena. Me hubiese gustado pasar más rato en el Parlamentarium, la verdad es que era un museo visualmente muy interesante. Sin embargo la hora de retraso para entrar en la cámara hizo que tuviese que hacer una visita más corta de lo previsto, ya que tenía que dirigirme al siguiente destino del día si quería verlo antes de que cerrase.

Y por ello cogí un metro hacia la parte norte de la ciudad, donde tenía dos puntos interesantes a visitar: Mini Europe y el Atomium.

Mini Europe es un museo de maquetas al aire libre, al estilo Catalunya en Miniatura, pero representando monumentos de todos y cada uno de los países de la Unión Europea. Aquí se pueden ver maquetas a escala del Big Ben, la Torre Eiffel, el Partenón, la Torre de Pisa, la Puerta de Brandenburgo, La Catedral de Santiago, La Columna de Colón… y cientos de otros lugares más desconocidos pero que una práctica guía que te entregan a la entrada te permite reconocer. Todo organizado por países, y con el detalle de que cada vez que llegas a un nuevo país, hay una placa con datos interesantes del mismo y un botón que al pulsar hace que suene su himno nacional.

Al poco de iniciar mi recorrido por las maquetas, comenzó a caer una lluvia torrencial, lo que me hizo correr a refugiarme junto con otros visitantes bajo el lugar techado más cercano. Afortunadamente la lluvia sólo duró unos quince minutos, y pude continuar descubriendo este museo (que es casi al 100% al aire libre) sin necesidad de paraguas.

Aproveché al máximo el tiempo de visita hasta las 20h, cuando el museo echaba el cierre. Una vez fuera, me dirigí a probablemente el icono más conocido de Bruselas: el Atomium. Esta gigantesca construcción, creada para la Exposición Internacional de 1958, tiene la forma de un cristal de hierro, y acoge exposiciones en su interior, así como un mirador. Yo me tuve que conformar con verlo desde abajo (ya que a la hora que era, ya había cerrado) pero la verdad es que impresiona al contemplarlo de cerca. Y es curioso como un edificio tan futurista, se construyese en la década de los 50.

Tras las fotos y los selfies correspondientes, tocaba coger el metro para volver al centro de la ciudad. Pasé por el hotel para dejar la maleta en la habitación (por la mañana aún no estaba disponible) y volví a salir para hacer un pequeño paseo nocturno.

Y así llegué a la Foire du Midi, la feria de verano que se instala todos los años en Boulevard du Midi, en pleno centro de la ciudad. Era la primera feria que visitaba durante el viaje (y en general la primera que veía fuera de España) y aunque no llega al nivel de las ferias alemanas que visitaría más adelante en el viaje, me sorprendió por la cantidad, originalidad y espectacularidad de sus atracciones. Para muestra, he juntado todos los pequeños videos que grabé:

La verdad es que no monté en ninguna de las atracciones (las ferias no me inspiran demasiada confianza, y no cuento sus credits - aunque más adelante en el viaje haría una excepción, ya llegaremos a eso). Pero como espectáculo visual era muy bonita de ver. Y como tocaba cenar, decidí probar una de las cosas más típicas de Bélgica: sus frites. Lo que vienen siendo patatas fritas, pero con una forma particular de hacerse: las fríen dos veces. Y están deliciosas, las mejores patatas fritas que he probado nunca.

Eran ya sobre las 22.30 de la noche, y tanto el madrugón como todas las horas de estar de pie de aquí para allá se empezaban a notar. Tocaba volver al hotel, pasando eso sí por una Grand Place y una catedral brillantemente iluminadas.

Y hasta aquí la tercera jornada del viaje, en la que descubrí la belleza de una de las capitales europeas más desconocidas, y a la vez más importantes para el pasado, el presente y el futuro del continente. Era hora de descansar y cargar pilas para el día 4 de viaje. Aviso: ¡día de parque!

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