La Generalitat anunció a bombo y platillo el pasado 7 de septiembre una alternativa al fallido y controvertido proyecto de macrocasino de Eurovegas, impulsado por el magnate norteamericano Sheldon Adelson, que finalmente se instalará en Madrid. El as en la manga del Ejecutivo catalán para contrarrestar la fuga de Adelson fue Bcn World, un macrocomplejo de ocio, turismo y negocios previsto en la Costa Dorada, junto a Port Aventura. El proyecto, impulsado por el inversor valenciano Enrique Bañuelos a través de su empresa Veremonte, fue presentado aquel día como un triunfo por el presidente de la Generalitat, Artur Mas.
Han pasado cuatro meses desde entonces, pero, tras el éxtasis inicial, el proyecto Bcn World está encallado y los interrogantes se amontonan a su alrededor tanto los generados por la actuación de la Generalitat como por la de la compañía promotora: Sigue sin saberse el nombre de los supuestos inversores que acompañarán a Bañuelos en el proyecto. El Ejecutivo catalán reconoce no saber cuándo ni cómo cambiarán la ley del juego para poder otorgar las licencias de los seis casinos que prevén empezar a construirse a partir del mes de septiembre.
Además, entidades sociales y partidos políticos denuncian falta de “transparencia”, a la vez que reclaman conocer los planes de seguridad, infraestructura o medioambiente de la zona, catalogada como de riesgo químico por su proximidad al polígono sur de la petroquímica de Tarragona. Nadie contesta a sus preguntas.
El humo recorre Bcn World desde su aparición estelar en septiembre. La víspera del anuncio de la inversión fue confusa. Mientras crecían los rumores sobre el rechazo final de Eurovegas a instalarse en el Baix Llobregat y optar por Madrid, la Generalitat envió una convocatoria de prensa para presentar la alternativa a la fallida inversión para la mañana siguiente.
El terreno donde se tiene que instalar BCN World es propiedad de La Caixa, es urbanizable y tiene ya los servicios básicos instalados, con lo que solo falta redactar proyectos y sellar acuerdos con inversores para que entren las máquinas. El proyecto preveía en un principio levantar seis parques temáticos que reproducirían áreas del mundo y en cada una de ellas tenía que haber un hotel, un casino y oferta lúdica y de restauración “pensada para un público familiar”, insistieron en septiembre los promotores y el Gobierno catalán.
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