Sí, yo también he ido a Disney. Hace años, por eso, con 6-7 añitos y con ya uso de la razón. Me acuerdo de poquillas cosas, aunque tengo unos recuerdos magníficos, y como no, maravillosos.
No sé si por aquel entonces estaba ya abierto PortAventura, seguramente estaría en construcción, y ni si quiera lo sabía. Así que podría decir que Disneyland París fue el primer parque temático que pisé. ¡Hasta ahora mismo que estoy escribiendo esta entrada no me había dado cuenta! También por ese entonces, solo había un parque, no estaban ni construidos los Estudios, ni tampoco estarían en proyecto quizá.
Fuimos con mi madre y unos amigos, que fueron quien encontraron la oferta para ir en avión (yo muerto de miedo, era la primera vez que subía a un avión, íbamos a Disney y estaría súper pesado y nervioso a la vez, y todos diciéndome "si son 5 minutos, no pasa nada, ya verás, que está aquí al lado" y yo contando mentalmente para mí 5 veces 60 segundos. Creo que me dormí en el minuto tres, o no me acuerdo de nada más del trayecto en avión) y alojarnos en el Hotel Santa Fe.
También era la primera vez que nos alojábamos en un hotel de este tipo, una cosa innovadora por aquél entonces, y que en España aún no existía. O era demasiado pequeño para darme cuenta. Me acuerdo que nuestra tarjeta de la habitación (sí, no había llaves, flipamos todos un poco jaja) habría las habitaciones de tres personas más, cosa que descubrí al ir por el pasillo introduciendo la tarjeta en todas las puertas. Ya sabéis, cosas de niños inocentes y tiernos.
Y qué decir de la cena: en un comedor enorme, sin camareros que vinieran a pedirte lo que querías, sino que te levantabas tu mismo a coger lo que querías comer, que ya estaba cocinado, y te lo llevabas a la mesa, y todo eso sin pagarlo. Evidentemente ya estaba pagado desde hacía meses en la agencia de viajes, pero es lo que tiene ser un niño y crearte tu propia película. Y luego podías volverte a levantar, y volver a coger más comida. Y una y otra vez. Yo le preguntaba a mi madre si era verdad una y otra vez, súper feliz con las natillas de Mickey, y si no nos cobrarían de más. Entiéndanme, para ese entonces estaban llegando –o no lo habían hecho aún- estos conceptos de buffet libre aquí; o lo que es lo mismo: yo era demasiado pequeño para haber ido a uno.
Recuerdo que también había una sala con un montón de juguetes, y una chica que te daba dibujos de Disney para que los pudieras pintar. Y que esa chica se fue y todos fuimos en plan motín a la mesa donde los tenía guardados y sin que nos viera, cogimos un montón más para poderlos pintar. Y la pobre mujer quizá había ido al baño un segundo.
Llegó la hora de dormir, y como todos estábamos nerviosos –básicamente yo y otra amiga de más o menos la misma edad- pusimos la tele, y ¡Oh, sorpresa! Salían todos los personajes de Disney presentándote las atracciones del parque. Mi cabeza ya iba flotando en su mundo dejando libre la imaginación, viendo ese laberinto de Alicia en el País de las Maravillas con un minotauro persiguiendo a un grupo de gente, vagonetas en una mina que pasaban dentro de una montaña, un árbol de navidad enorme con un montón de luces, un castillo donde aparecía un dragón, y como no, lo que más me fascinaba: la casa del terror. Sí, de pequeño ya me fascinaban, y como pronto descubrí, también me darían miedo.
He buscado fotos de esos días, y las encontré. Me da vergüenza publicarlas por aquí porque soy un renacuajo, pero me he enternecido con ellas viéndome a mí mismo con una ilusión enorme. Y es que no hay nada mejor como estar en un mundo de magia viendo a tus personajes de dibujos animados o películas preferidas, ya que fui en los 90 y fue la época de los grandes de Disney: Aladín, La Sirenita... Y verlos allí en carrozas, de carne y hueso, e incluso pedirles autógrafos (no sé si esta moda aún sigue vigente allí) era para un niño de 6 años el no va más, la felicidad absoluta. No me acordaba de esto, pero viendo las fotos, he visto esa ilusión, incluso en mi madre viendo como era feliz y me lo pasaba bien (y ella también, claro). Además, creo que mi felicidad máxima llegó cuando me compraron un gorro de Goofy porqué hacía frío, ya veréis en las fotos que no tiene desperdicio ni el gorro, ni la cara de felicidad!