Prrr, prrrrr. Ruido de despertador o intento de ello. Abro las cortinas y Victor dice "Apaga la luz", claro, si, la luz. Nos levantamos a desayunar todos menos él, aunque nos cuesta.
Una de esas cosas que se disfrutan es bajar a desayunar ver las caras de cansancio de la gente, pero sobre todo el comer como sino hubiera mañana: salchichas, chorizo, jamón, queso, salchichón, una cosa rara hecha con patata, bollitos... ideal para ponerse hasta arriba y comenzar el día animados. Saludar a la gente, darte cuenta que hay muchos que siguen dormidos, otros que no han conseguido siquiera madrugar. Nos fijamos en un hombre que parecía actor porno, y aún tenemos la duda si lo era o no.
Estábamos tan cansados que una vez acabado subimos al cuarto y no había manera de movernos de la cama, así fue hasta eso de las dos creo que no nos movimos porque no había manera. Miguel se había quedado solo en su cuarto y le instamos a que subiera con nosotros. Y así todos unidos cual grupo decidimos ver la luz de la calle, esperando que no nos desintegrara.
De primeras fotos delante de la casa de Mary –un prostíbulo en toda regla-, para después ir a "La Mina del Diablo" donde este año están un poco light en cuanto a sustos, insisto, y el tren minero tan original como siempre. Después un "Dragon Khan" con su cola, sus hombres buenorros esperando y un viaje la mar de relajante: cualquier cosa donde estemos sentados es bueno para descansar.
Eran las 15.00h e igual que ayer según el tiempo llovería, pero creemos que el tiempo se equivocaba no llovió, ni diluvió, ni nada de nada.
Bajada por la muralla china, vistas de la zona de "Barrio Sésamo" y mucho hambre: queremos comer. Allí en la Polynesia vimos el "Bora Bora", una mujer se nos acercó para instarnos a que entrarámos, cuando entramos estaba vacío y estaban todas las personas muy atentas a nosotros... casi les faltaba darnos besos y abrazos para ser aún más cariñosos. Lo que nos divertimos con los difuminadotes de agua que nos dieron para juguetear un rato: con coca cola, azucar y aún más felices con nuestras orejas de Mickey, digo orejas de murciélago para echar el rato. Al irnos y tirar las cosas a la basura, había dos personas: una que levantaba la tapa y otra que nos daba las gracias. Menuda coordinación. Por cierto ¿Por qué sea Polynesia hay que llenar todo de piña?, es que lo de que en una paella me encuentre piña es como raro...
Los polynesios estaban dando ya golpes de caderas y nos quedamos a verlos, lo de siempre vamos, aunque como curiosidad cuando buscaban voluntarios había una mujer que casi se lanza desde la penúltima fila y casi vimos a una niña que se iba directa al agua del rio sin que los padres hicieran nada. La verdad que cuando pedían voluntarias para bailar con ellos nosotros levantamos las manos, pero no nos hacían nada de caso.
Otra vez la canción de Celebration de PortAventura, y todos a cantar y a bailar...
El desastre venía cuando fuimos al Sea Oddissey, todos nos avisaron pero no hicimos caso, la cola parece una de Terra Mítica con publicidad del parque y por suerte entramos por el Express y nos ahorramos la cola. Nos reímos con la mezcla que tienen montada que uno no sabe si de repente Sami va a aparecer en la película, nos tocó la de por la tarde que es una de un tren fantasma-viaje en el tiempo-momias mal rollistas. Nos reimos más jugando con lo que se leía en la pantalla antes de que empezara la peli que con la peli en si, como he leido por ahí: es una atracción más del Tibidabo. Eso si a la salida hay toda un sección de peluches con Sami... ¿Mandé?. Antes de bajar al hotel nos hicimos un Furius aunque tardamos porque se estropeaba cada dos por tres, y al subir dio mal rollo ya que la parte de atrás creo que traquetea en exceso.
Todos para el hotel, que allí comienza una congregación de zombies...
(Continuará, ¿Sobreviviremos a los zombies?, ¿que pasará cuando caiga la noche?, ¿Seguirán saliendo marujeos la noche anterior?, ¿Cuanto son quince por ciento veinte tres?)