Parque Warner dio el pasado sábado 1 de junio inicio a su temporada de verano de la mejor manera, con estreno de la novedad principal de este año: Aquaman Nighttime Spectacular. Este espectáculo pone un punto final a más de quince años de espectáculos de fuentes de agua, pirotecnia y otros efectos especiales que animaban el ambiente lago de Movie World Studios cada noche de verano; pero el tiempo no pasa en balde, y la popularidad de este formato cayó año tras año hasta niveles alarmantes. El parque ha encontrado en el flyboard una oportunidad para devolver a la vida su punto neurálgico, pero, ¿han sabido aprovecharla?
El inicio del show comienza con una cuenta atrás proyectada, nada más y nada menos, que sobre La Venganza del Enigma, un elemento del parque que nunca había sido aprovechado para los espectáculos nocturnos y que desde esta noche, inteligentemente, se empieza a aprovechar. Esta genial forma de iniciar el espectáculo queda rápidamente arruinada con un preshow de 8 minutos en los que el lago se ilumina en azul mientras suena una pieza musical. Los silbidos del público eran la mayor prueba de que esa forma de comenzar el espectáculo era nefasta, parecía una broma de mal gusto. Sería muchísimo mas efectivo hacer este preshow ANTES de la hora de comienzo oficial del espectáculo, para seguidamente hacer la cuenta atrás que de comienzo al espectáculo propiamente dicho.
El despliegue lumínico es espectacular, con Aquaman se explota un potencial nunca antes aprovechado en los espectáculos nocturnos del parque. Si a eso le sumamos elementos como los fuegos artificiales o los efectos explosivos de la refinería y el lago, el resultado es un espectáculo que visualmente es cautivador. Notables mejoras también en el sonido, con un nuevo equipamiento de altavoces que hace que nuestros oídos disfruten en condiciones de algunas de las más bellas piezas de la banda sonora de películas de superhéroes.
Los flyboards, unas tablas aerodeslizadoras propulsadas por agua, son la principal atracción del espectáculo. Es cierto que no es la primera vez que vemos flyboards en un espectáculo de parque temático en nuestro país, pero nunca han tenido el papel protagonista que adoptan en Aquaman. Los flyboards cumplieron su propósito, dejaron al público con la boca abierta...al menos al principio, pero no tardaron en decepcionar. Esta representación se plantea como un espectáculo de acción, y los flyboards, pese a ser muy sorprendentes, no permiten gran agilidad de movimientos o acrobacias. Aspira a ser una representación de la lucha entre el bien y el mal y termina siendo un agitado baile de vals. Muy visual, pero no es lo que uno espera, especialmente después de ver el brutal anuncio de televisión que el parque ha preparado para promocionar el espectáculo, que crea unas expectativas exageradas que no están a la altura del resultado final.
En cuanto a la temática del espectáculo, parece lógico que el superhéroe Aquaman sea la temática elegida; después de todo, ¿qué otra franquicia Warner de actualidad encaja mejor con el formato del espectáculo? El problema es que esta marca trae unas expectativas de espectáculo de superhéroes que luego no se corresponden con la realidad y pueden inducir a la inevitable decepción. Además, la implantación de esta temática como hilo conductor del espectáculo se queda en un nivel muy superficial: incomprensiblemente, no hay ni un solo diálogo de los tres personajes que protagonizan el espectáculo, es una voz en off la encargada de ponernos en contexto e introducirnos a los personajes.
Existe un importante margen de mejora para este espectáculo (aun teniendo en cuenta que esta crítica se hace tras la primera representación, donde los errores forman parte de la normalidad), y aun así, supone una mejora significativa respecto lo que venía representándose en ese mismo espacio durante los últimos años. Parque Warner ha hecho una valiente apuesta por la renovación basada en la innovación con Aquaman. El enorme esfuerzo que ha hecho el parque por traer algo diferente y espectacular es digno de elogio, pero el parque no debería conformarse con un producto correcto cuando tiene la oportunidad de alcanzar la excelencia.