V.
Allí junto a Furius Baco nos quedamos, en plan sentada, que podríamos pasar por una manifestación del 15-M o algo similar, en cierto momento vi a Juanmi, con lo que esto podría haber sido la cola para un concierto de La Oreja de Van Gogh. Pero no. Esperábamos para la terrorífica, emocionante, apasionante: "La Selva del Miedo". Allí fuimos pasando por tramos: la estación de Mediterrania, cruzamos literalmente por encima de las vías –que puntazo sería un efecto como si viniera un tren, pero sin venir-, por en medio de la Polynesia, sentada entre cabañas, giros, giros, giros, dos horas allí que estuvimos metidos hasta que Beetlejuice nos presentaba nuestro paseo al infierno: Tefa agarrada a mi, Nona y Edu en plan parejita de peli de terror, gritando, corriendo y esas cosas... El humo era digno de LLuvía de Estrellas, porque a veces no se veía ni a un palmo de donde estábamos. Lo pasamos mal, pero a la vez nos reimos, ¡Algunos caretos eran para echarse a correr y no parar!.
Una vez habiendo sobrevivido a esto, corrimos a las afueras. Subimos a Furius Baco, que creo que era igual de terrorífico por las hostias que daba el vagón de un lado para otro, después nos encontramos con Adol tras su odisea italiana que le hizo llegar casi dos días tardes al evento, pero nos encantó verle allí, dispuesto a disfrutar de las últimas 24 horas.
Cogimos un buen puesto para poder ver la Halloween Parade. Por un momento pensé que estaba en Disneyland Paris. Al menos al comenzar ya que sigue el mismo estilo, pero con una canción que deberían prohibir porque es mala hasta decir basta, con lo que me gustan los dos últimos singles. En estos momentos lo de levantarse y sentarse nos costaba horrores, las agujetas, dolores y cansancio acumulado pasaba factura.
Una visión a La Noche de Halloween, tefa y yo formamos el coro cantando "PortAventura Halloween" con mucho sentimiento, lo repetiríamos al día siguiente en algún que otro momento.
Regresamos en plan procesión todos juntos al hotel, allí llegaba ese peligroso momento de agotamiento de cómo te sentaras en la cama puede que no te levantaras. Mientras unos se iban a buscar hielos por las gasolineras de la zona, el resto nos bajamos a la plaza del Hotel donde se organizaba la gymkana más asquerosa de los últimos años.
Bajé en chanclas y pantalón corto para sentir frío y evitar que me entrara el sueño. Allí nos dividieron entre participantes y los que miran: Por supuesto fui de los que miran, porque a mi lo del Factor Miedo con las pruebas de los bichos no me gustan ni un pelo. Gracias a quien sea lo hice, lo que allí vi y me contaron daba tan mal rollete –y no rollete de papel higiénico exactamente-.
A mitad de la prueba decidí huir a tirarme en mi cama: Esto era el fin. Estuvimos un rato hablando en el cuarto pero cuando alguien decidió de trasladarnos a otro, fue el momento de meterme felizmente en la cama. Mi cuerpo se había rendido.