Aquí tenéis otra historia sobre atracciones desaparecidas. Esta vez no hay misterio para saber de qué atracción se trata, pero sí para conocer cómo era la atracción. Tan solo habrá dos partes para este relato.

Abalanzarse hacia carámbanos afilados, quedar colgando frente pozos de lava burbujeante, caer a través de la niebla en pozos volcánicos, evitar que una amenazante diosa perdida acabe con tu vida… Suena como la clase de producción que solo Disney o Universal puede ofrecer, ¿verdad? Pero esta impresionante atracción basada en una franquicia de renombre internacional se encuentra en un lugar inesperado: el medio oeste americano. Y lo que es más, esta atracción única era tan misteriosa – sus secretos tan bien guardados – que los visitantes no sabían ni de qué tipo de atracción se trataba, incluso una vez estaban dentro.

Nos embarcaremos en la historia de una de las atracciones más misteriosas y únicas que han existido fuera de los confines de Disney y Universal. Paramount's Kings Island, cerca de Cincinnati, fue el hogar de Tomb Raider: The Ride. Con más de 20 millones de dólares, esta exitosa atracción superó con creces todas las expectativas que un parque temático estacional (con marcada variación de las visitas a lo largo del año) podría producir. Y, apenas una década después, desapareció para siempre.

El principio de todo.

Cuando se trata de dar un buen vistazo al pasado, como en esta historia, hay que buscar los orígenes de lo que en su día fue una novedad. En este caso, Disneyland es un lugar apropiado para comenzar. Después de todo, antes de la apertura de Disneyland, los parques de atracciones eran muy distintos. En los Estados Unidos, estos parques aparecieron por dos caminos bien distintos.

La mayoría apareció como ferias cerca de la costa a finales de la década de 1800, en las que se encontraban charlatanes ambulantes, vendedores y atracciones ruidosas. Cada vez es más difícil encontrar este tipo de ferias, pero todavía existen algunos como Coney Island en Brooklyn (New York) o Santa Monica Pier en California.

El otro estilo de parque de atracciones se originó como parque ambulante – destinos de recreo en los 1800 que se originaron gracias a que el ferrocarril permitió la instalación de parques de pesca, baño o picnic que eventualmente añadieron carruseles, montañas rusas y otras atracciones hasta poder ser considerados parques de atracciones. Este tipo de parque evolucionó durante décadas hasta convertirse en parques como el actual Cedar Point, que todavía hoy mantiene cierto estilo del medio oeste.

Tanto si se originaron como paseos marítimos o ferias ambulantes, todos estos parques de atracciones tienen algo en común: a menudo estaban abiertos a todos y cada uno, sin un público objetivo. Estos parques tenían entrada gratuita y los visitantes compraban tickets para las atracciones que les interesaban. Aunque también podían simplemente pasear.

Precisamente, puertas abiertas, entrada gratuita, vendedores gritando para hacer negocio y atracciones ruidosas representaban aquello que no gustaba de un parque de atracciones a Walt Disney. En su momento, se consideraban sitios chillones, lugares sucios adornados con luces brillantes y llamativas y con atracciones no muy seguras que atraían a los jóvenes sin supervisión. No era el tipo de negocio en el que un respetable empresario quisiera verse involucrado.

De hecho, cuando Walt dijo a Lillian, su esposa, que pensaba abrir su propio parque de atracciones, ella le dijo: "¿Por qué querrías tener parte en un parque de atracciones? Son muy sucios y para nada divertidos para los adultos. ¿Por qué quieres involúcrate en un negocio como ese?" Él le contestó: "Precisamente ese es mi punto. El mío no será así. El mío será un lugar limpio, en el que toda la familia podrá hacer cosas juntos."

Disneyland lo cambió todo. Primero de todo, tenía solo una entrada y salida por las que solo se podía acceder pagando en las taquillas de acceso. En segundo lugar, Disneyland no estaba pensado para vendedores, sino diseñado por cineastas, hecho de encantadoras áreas temáticas. Y, a diferencia de aquellos parques que fueron evolucionando durante décadas, Disneyland tenía el mérito de estar muy bien planificado, cosa que se evidencia al ver la estructura del parque desarrollada a partir de un elemento central (el castillo) a partir del que se distribuyen radialmente los demás elementos (las áreas temáticas). La ingeniosa pieza de planificación urbana creó un diseño cómodo para desplazarse – cosa de la que carecen parques como Cedar Point con su estructura alargada y estrecha.

Lecciones aprendidas.

Mientras los Disney Imagineers trabajaban duro para desarrollar Walt Disney World, uno de esos parques de estilo "medio-oeste" en Ohio languidecía.

Cincinnati Ohio's Coney Island (no confundir con el de New York) sentó sus raíces en 1886 – hace mucho, mucho tiempo. Pero a finales de los años 1960, su futuro parecía hundido. Literalmente. Localizado justo al lado del río Ohio, el parque padecía inundaciones ocasionales, y en 1964 una temporada de inundaciones particularmente importantes lo cubrió todo con 14 pies (4.27 metros) de agua.

La gerencia reconoció que la hora de trasladar Coney Island ya había llegado. En 1968, el parque entró en contacto con una empresa llamada Taft Broadcasting, ansiosa por aprovechar su reciente adquisición de Hanna-Barbera, el estudio de animación detrás de Los Picapiedra, Los Jetson, Scooby-Doo, Los Pitufos y muchos más. Taft Broadcasting compró Coney Island y adquirió mil acres (405 hectáreas) de tierras al nordeste de Cincinnati, concretamente en Kings Hills, Ohio.

El nuevo reemplazo de Coney Island sería un ejemplo viviente de la fórmula de Disney: un parque moderno y bien planteado, con los principios del diseño urbano de Disney plenamente desarrollados, con áreas situadas radialmente alrededor de un icono central, y todo ello precisamente en Ohio. La propuesta ganadora de un concurso para dar nombre al nuevo parque combinaba Coney Island y Kings Hills en un título pegadizo, y así Kings Island abrió el 29 de abril de 1972.

Tomando prestado de la innovación de Disney, los visitantes entrarían al parque a través de la International Street, una elegante y alargada área con elementos de la arquitectura internacional que contenía restaurantes, tiendas y artesanos con las Royal Fountains en el centro. Al extremo opuesto se encontraría el icono del parque, una réplica a escala 1/3 de la Torre Eiffel de 300 pies (91.44 metros) de altura, más de un centenar de pies (30 metros) más alta que el castillo de la Cenicienta.

Desde esta plaza central se disponían las diferentes áreas temáticas: Oktoberfest, el área alemana con el jardín de la cerveza, flat rides y, posteriormente, el restaurante y el escenario Festhaus; Coney Island, con las atracciones del parque original y la montaña rusa de madera Racer, que marcó el inicio del apogeo de las montañas rusas posterior a la II Guerra Mundial y de la segunda Edad de Oro de las montañas rusas; Rivertown, un asentamiento en los bosques de Ohio; y la Happy Land of Hanna-Barbera, una verdadera Fantasyland de diversión familiar.

A lo largo de su vida, Kings Island creció y añadió nuevas áreas, dark rides estelares, montañas rusas salvajes y muy bien tematizadas, y más.

Pero los principios del diseño a lo Disney de este parque solo fueron el principio, ya que unas décadas después llegaría un estudio de cine ansioso por tener sus propios parques temáticos…

El boom de los parques basados en estudios de cine.

Imaginad qué pensaría cualquier directivo de un estudio cinematográfico cuando mira a Disneyland o Universal Studios en Florida. ¡Estaría atónito y sin habla ante la mezcla agradable e inteligente de diferentes medios, películas traídas a la vida, tiendas de regalos llenas de recuerdos, familias estableciendo conexiones con marcas corporativas!

Y todavía mejor, los parques basados en estudios cinematográficos que aparecieron durante los años 1980 y 1990 (Disney's Hollywood Studios en 1989, Universal Studios Florida en 1990, Warner Bros. Movie World 1991 y MGM Grand Adventures en 1993) probaron que estas empresas podrían llegar a ser baratas. Bajo la apariencia de visitar un estudio real, edificios grandes con forma de caja y bien alineados podrían llenar estos parques. Poseer un parque temático ya no implicaba el detalle y la inmersión de Magic Kingdom. En cambio, cualquiera podía poner el nombre de una película en casi cualquier cosa.

En 1992, Paramount Communication Inc. fijó su mirada en los parques temáticos. Pero en lugar de competir con Disney y Universal, Paramount tenía otros planes. No perdería tiempo ni energía construyendo sus propios parques en zonas ya habitadas por la competencia como California y Florida. En lugar de eso, compraría parques regionales exitosos y añadiría sus marcas. Estos Parques Paramount tan solo añadirían una pizca de magia cinematográfica para competir con otros parques regionales como Cedar Point o Six Flags. Era perfecto. Paramount solo tenía que encontrar parques en venta.

Afortunadamente, Kings Entertainment Company (internamente comprada y separada de Taft Broadcasting) estaba dispuesta a separarse de los suyos. Cinco de los parques propiedad de KECO fueron vendidos y rebautizados:

Las marcas cinematográficas de Paramount golpearon des del principio. En 1993, una Suspended Swinging coaster abrió en las colinas boscosas. La atracción, que originalmente debería haberse llamado Swoop, tenía una estación similar a un portaaviones, la banda sonora "Danger Zone" y rayas rojas brillantes que se ajustaban al nuevo nombre cinematográfico, Top Gun: The Jet Coaster.

En 1999, el parque rediseñó una de sus áreas y nació Paramount Action Zone (de color amarillo en el mapa del parque). Aparentemente tematizada como un estudio en el que se puede grabar una película de acción, esta área trajo algunas novedades algo cinematográficas: una Boomerang invertida en la que los asientos estaban cara a cara llamada Face/Off y la gyro-drop más alta de Intamin llamada Drop Zone: Stunt Tower. (Sí, las dos atracciones tienen nombre de película, detalle que hubiera pasado desapercibido por los visitantes si no fuera porque se encontraban en un área con una plaza central en la que se podían ver carteles de dichas películas de acción alrededor de una torre de agua).

Desde 1979, la tranquila y sombría área Rivertown (marrón en el mapa) ha sido el hogar de The Beast, posiblemente una de las montañas rusas de madera más famosas del mundo. Con 7359 pies (2243 metros) de recorrido y más de 4 minutos, era (y por suerte todavía es) la montaña rusa de madera más larga del mundo. Famosa por el modo en el que transcurre a través de los bosques de Ohio, los pasajeros solo pueden ver una pequeña parte de las vías que tienen frente a ellos, con el resto del trayecto escondido en medio de los 35 acres (14.16 hectáreas) de bosque, rugiendo casi a nivel del suelo.

Siguiendo la moda cinematográfica, Paramount decidió que todo clásico, querido y famoso necesita una secuela fuerte, impetuosa y de gran presupuesto. Así que, en el año 2000, abrió Son of Beast en Paramount Action Zone, la montaña rusa de madera más alta y rápida, la segunda más larga (dejando el honor al padre) y la única con un loop. Son of Beast era como muchas secuelas: un fracaso de crítica y de público. Esta asombrosa maravilla de la ingeniería duró menos de una década antes de cerrar para siempre.

Puede que Son of Beast no tuviera demasiados admiradores, pero el estilo cinematográfico de Paramount volvería a aparecer en la novedad de 2002… Sería algo misterioso.

En Rivertown, cerca de la pintoresca entrada de The Beast, Paramount's Kings Island abriría una dark ride totalmente inmersiva llamada Tomb Raider: The Ride.

Pero al preguntar a los visitantes del parque, aficionados de la industria o tablones de anuncios de Kings Island, nadie hubiera podido saber exactamente qué sería o haría Tomb Raider. Construida en completo secreto dentro de un edificio en el que se habían hecho espectáculos, la imaginación corrió desenfrenada…

Las pocas piezas de arte conceptual que se divulgaron parecían metas nobles para un parque estacional, pero no desvelaban la naturaleza de la atracción. Pero con Paramount's King Island dispuesta a invertir 20 millones de dólares – el precio de una resplandeciente montaña rusa de 200 pies (60.96 metros) de altura –, debía de estar muy segura que Tomb Raider iba a dejar boquiabierta a la audiencia. Y más importante, que la audiencia haría cola sin saber qué era Tomb Raider.

Entonces, ¿qué hicieron los visitantes que entraron en una antigua caverna de roca que apareció en Rivertown en 2002?

Continuará...

Segunda parte de esta historia