Cualquier espectáculo o evento que organice Horror Box es éxito asegurado. Y su Escape Room "Ouija" no lo es menos. Incluso mucho más, ya que como lo vives en un grupo reducido, todo se intensifica. No sabéis lo difícil que es explicar lo que pasó en una hora allí dentro sin explicar nada de lo que sucede, sobretodo cuando fue una de las horas más intensa, alucinante, inquietante y aterradora de mi vida. Y no es que no tenga ganas de compartir cada minuto de esa hora, porqué es increíble, pero tenéis que vivirlo vosotros en vuestras pieles.
Antes que nada, deciros que el hecho que Horror Box se refiera a sus Room Escape como "experiencias" describe mucho lo profesionales que son, y lo que logran con cada uno de sus espectáculos cuidados y mimados a más no poder.
Os recibe un miembro de Horror Box, y os da la bienvenida. Lo primero que veis -y que voy a contar- es el porche de una casa, a priori pequeña, un poco inquietante. Hay un silencio que inunda la estancia, y aunque te repitas en tu mente que todo lo que hay allí es mentira, que lo que va a pasar no es verdad, que al fin de cuentas es un room escape, se desvanece de tu mente poco a poco, acompañado por el olor de un incienso que hay en el recibidor. Parece que no hay nadie más del equipo, pero en tu cuerpo sientes que hay alguien más allí.
A partir de aquí, lo que pasó queda entre el grupo y la médium que nos acompañó, que nos metió muy bien en la historia. Es un contrato no escrito que firmas al hacer un room escape, a menos que puedas contarlo con otras personas que ya han jugado. La historia, la ambientación, los decorados, la música, las salas pequeñas e inquietantes, la iluminación, cada uno de los detalles que hay allí, todo lo que pasa... Es excelente, cuidado a un nivel que no os podéis imaginar e incomparable a ningún otro room escape. Una de las cosas que más me gustó (y que me hizo horrorizarme cada vez) fue el sistema de reloj de la sala.
Simplemente genial. Me acuerdo de los primeros room escape que hicimos, cargados de "tranquilos, estáis encerrados pero no pasa nada", "podéis salir si os sentís angustiados", "no hay nada que dé miedo"... Y dijimos medio en broma que si alguien hacía uno de miedo sería la caña. Pues aquí lo tenéis. Tenéis que probarlo, ¡aunque seáis unos gallinas como yo! La experiencia es alucinante y saldréis de allí con el corazón a cien.