Llevo un casi un año para escribir mi experiencia de fin de año en Portaventura cuando veo en facebook "semana navidad" en PAC y es lo que me da la patada en el culo y me pone delante del teclado para poder explicar lo que resultó ser una entrada en el año nuevo en compañía de mi familia y en un lugar que particularmente me encanta.
Comencemos, desde que fui por primera vez a Portaventura hace ya unos cuantos años siempre me había picado el gusanillo de ver el parque en diferentes épocas del año y tras unos cuantos años de visitas veraniegas llego la que para mí fue una de las experiencias más bonitas coincidiendo con Halloween, pero esa es otra historia, lo que tenía que llegar era una promesa a mi hija, que se asustó mucho, y esta no era otra que pasar el fin de año en el parque. Así que llegado el momento, dijimos a la familia cercana que este año mi mujer, mis dos hijos y yo íbamos a pasar el fin de año en Portaventura y que si alguno se apuntaba, que resulto que no, sería bienvenido. Y nos plantamos en el Hotel Gold River el 30 de diciembre a primerísima hora de la mañana y tras el check in al parque, había prisa ya que aún no habíamos catado Shambala y decir que la experiencia resulto "orgásmica", que gozada.
La decoración del parque hay que decir que resulta efectiva aunque no demasiado llamativa, pero te mete en el ambiente navideño, aunque como siempre depende mucho de las zonas que transitas.
La climatología ayudo y mucho, los días eran prácticamente despejados y la temperatura agradable, lo que te permitía no tener que ir abrigado hasta las cejas y disfrutar del parque en su totalidad.
El horario del parque no estaba muy mal, pese a que cerraban pronto, pero bueno era ir al Hotel y disfrutar de las animaciones que eran de agradecer para "matar" esos ratos y respecto a la afluencia de gente decir que no había grandes colas, aunque nosotros hicimos uso de las pulseritas porque decidí que había que disfrutar a tope que eran 3 días y no los íbamos a pasar de cola en cola por pequeñas que fueran.
Y pasamos a los espectáculos específicos de la Navidad y para empezar una atracción "El bosque encantado", ideal para niños, pero niños pequeños, los míos que ya están creciditos (14 y 18) se echaron unas risas pero no repetían ni locos, se trata de un recorrido que nos lleva a través de las instalaciones de Papa Noel y lo dicho los peques con la boca abierta, los mayorcitos pasan.
En el far west en las instalaciones de Fort Freenzie montan una pista de hielo donde se prepara un espectáculo de patinadores muy currado y de buen nivel, sacan a un caballo, que no sabemos muy bien que pinta pero el resto es muy agradable de ver, no digo que el caballo no lo sea, pero está de más.
En el Saloon tenemos música en directo con Christmas Dream, una historia bonita, tierna y en la que disfrutamos de una gran voz, y ya me podéis perdonar pero ahora no recuerdo el nombre de la cantante, a la que pudimos incluso oír en el Hotel junto a otras dos grandes compañeras. Lo cierto es que nos lo pasamos en grande e incluso me sacaron para tocar los platillos y me lleve de regalo un chupa chups.
En el teatro imperial nos contaron una historia de amor hacía las madres "Regalo de Navidad", grandes números musicales y muy tierno todo, vamos, en consonancia con las fechas.
En el lago un gran despliegue de barcazas, para mostrarnos la estrella de oriente y tras ella a los tres reyes magos, como siempre un gran derroche de luz y color y antes de esto la parada de navidad en la que vimos a todos los personajes del parque engalanados de forma navideña y como no a nuestro Woody Noel.
Y como no, llega el día de fin de año, nos pusimos nuestros trajes y vestidos largos y bajamos al restaurante del Hotel a disfrutar de la cena de nochevieja, solo puedo decir una palabra INSUPERABLE, la cantidad de platos para poder degustar, todos ellos con una espléndida calidad, cochinillo, solomillo, pescado, marisco, arroz con bogavante, en definitiva una amplia carta de muchos y variados platos, todos ellos disponibles estilo buffet y al punto, regado con cava, agua y con tu mesa reservada con tu número y sin esperas, espero encontrar la carta y realizar una fotografía para que podáis juzgar por vosotros mismos.
Tras la cena salimos a la plaza frente al salón del hotel y en una pantalla gigante Epi y Blas se disponen a contarnos las campanadas, un fallo técnico que parecía que nos iba a dejar sin comer las uvas, que nos habían dado junto con una bolsa de cotillón, pero al final suenan las campanadas y damos entrada al nuevo año con un espectáculo de fuegos artificiales y besos entre la familia.
Y esto es lo bueno, maravilloso y genial del fin de año en Portaventura, ahora toca lo malo o menos bueno y es que tras esto cogimos un autobús para disfrutar del cotillón con dos ambientes en el centro de convenciones al que llegamos y pudimos comprobar que lo de los dos ambientes eran en realidad la misma "pista de baile" donde a turnos una orquesta tocaba canciones de siempre y un DJ colocaba a todo trapo el Gangnam style y los éxitos del momento, vamos que parecía una verbena de barrio antes que un cotillón y todo ello en el marco incomparable de.......un pabellón desangelado donde estratégicamente estaban colocadas dos zonas de bebidas, bastante cutres por cierto, donde por el mismo precio que en el Hotel te servían un Gin Tonic en copa grande y servida de manera cuidada te enchufaban un vaso de tubo de plástico duro con dos hielos, le enseñaban la ginebra y te lo rellenaban de tónica de máquina.
Una experiencia que merece la pena vivirla una vez, donde el cotillón casi nos revienta la noche por lo cutre de la situación y el momento pero repito en general nos lo pasamos en grande y disfrutamos del parque y de unas fiestas tan señaladas de una manera diferente.