El domingo costó mucho más ir a desayunar. Y no porque no quisiéramos levantarnos, sino porque la cola que había para entrar en los comedores era enorme. A nosotros nos desviaron hasta otro comedor, repleto de gente pero sin nadie del Voyage. Después de cargar las cosas al coche, nos quedamos todos en el hall del hotel, como si estuviéramos esperando a que viniera otra vez el Beetlebus a llevarnos de fiesta al salón y que empezara todo de nuevo. Hacía falta claramente un líder que diera ordenes a todo el grupo, como hacía Miguel el año pasado.
Pasamos gran parte de la mañana en Sésamo Aventura, en la tienda, y en los Magic Fish. Allí, @edudito y un servidor, fue cuando empezamos una serie de películas de terror, que titulamos "El grito", que consistían en pasar por al lado de @bafo y justo en ese momento, hacer ver que nos asustábamos. Pasamos así gran parte de la mañana, haciendo el tonto, quizá porqué del cansancio nuestro cerebro ya no daba para más, y nuestro cuerpo mucho menos.
Vimos de una vez por todas Mistery 2, y comimos en Jeremias, donde nos acomodamos de buena manera hasta bien entrada la tarde, momento en que algunos ya tenían que irse, y que poco a poco todos los demás hicimos lo mismo. El momento despedida y bajón es lo peor, así que antes de irnos decidimos hacer un último Furius, que fue la atracción a la que más nos montamos (incluida una de noche, que llevaba años queriendo montar en Furius de noche, pero que no vi nada debido a que ese fin de semana no podía llevar lentes).
La vuelta a casa fue tranquila, escuchando música y comentando todo lo que pasó en este Voyage, que ha dado mucho de sí. Incluso me tocó esperar en el coche a que viniera mi compañera de piso, ya que en todo el fin de semana no encontré las llaves de casa, que se habían escondido en el final de unos de los bolsillos exteriores de mi maleta.